La maternidad y todo lo que involucra son temas que la mayor parte del tiempo quedan invisibilizados. Vivimos en una sociedad que desde hace cientos de décadas silencia o encasilla las maternidades; la madre ideal es aquella que sacrifica su vida, la Mujer Maravilla, aquella capaz de llegar a todo combinando trabajo y crianza, e incluso el hogar.
A lo largo de los años se ha reforzado un modelo idóneo de madre, la que debe estar al servicio, de su familia. Nos enseñaron que la madre perfecta es devota, casada, monógama, sacrificada, y que está feliz de serlo, la que siempre pone primero los intereses de sus hijas e hijos a los suyos
Pero realmente ¿Qué significa ser mamá? Ser mamá lleva consigo diferentes etapas por las que todas las mujeres pasan como ser el embarazo, el parto, el puerperio y la crianza. Y es que, aunque todas pasan por estas etapas cada una vive la suya de una manera muy personal y única, “Ser mamá significa reproducir la vida misma, pero también es una responsabilidad bien grande… necesitamos ser muy empáticas como madres para poder formar seres humanos, que sean eso, humanos y humanas.” Comentó Julissa, una joven madre y feminista.

¡¿Feminista y Mamá?!
El sistema machista, patriarcal y capitalista, a partir de la construcción ideológica, nos ha orillado como madres, y con esto solo ha logrado consolidar las desigualdades de género. Las mujeres no teníamos otra opción que parir, pues así lo establece la biología, la ley de la vida, el deber social y la religión.
Basándose en el argumento del destino biológico, que ha servido para ocultar el enorme trabajo reproductivo que llevamos a cabo. El patriarcado redujo la feminidad a la maternidad, y la mujer a la condición de ser madre.
Parece inconcebible ser madre y feminista, pero ¿Por qué? Ser madre ha sido sinónimo de abnegación, dependencia y culpa, ante la que las feministas de los años 60’s y 70’s se rebelaron.
Otras lo veían como la capacidad de la liberación de la mujer que pasaba por defender y resaltar las cualidades femeninas reproductoras y maternales, en oposición a la maternidad forzada.

Nosotras parimos, pero ¿Nosotras Decidimos?
Si hablamos de la experiencia del parto sin duda alguna hablamos de dolor, miedo, impotencia, y es que no es tanto por el proceso del parto sino más bien por el trato y las intervenciones médicas que se reciben. Hablamos de tratos irrespetuosos, cesáreas innecesarias, separación injustificada de la madre-bebé al momento de nacer, poca o nula información de los procedimientos, inducción de parto arbitraria.
Todas estas prácticas justificadas bajo el “no había otra opción, era necesario para el bebé” Nos fuerzan a creerlo, y somos muchas las que decimos “Al final todo eso se olvida” pero, ¿qué tanto debió sufrir una mujer para querer olvidar su parto o para no querer volver a parir nunca más?
“Mi bebé nació a las 2:07am, recuerdo que solo la sacaron de mi vientre e inmediatamente se la llevaron, no la pude ver, ni tener contacto con ella, y horas después cuando me la iban a dar, me dijeron que no podían entregármela porque la enfermera había escrito mal mi apellido tanto en mi brazalete como en el de mi hija, ambos brazaletes estaban iguales, ambos tenían el mismo error, no vi a mi hija sino hasta más de 24 hrs después, nadie sabe el miedo que sentí, creí que no iba a poder ver a mi hija los días que estuviera en el hospital, todo por un error que yo no cometí.” -Anónima
Son tantas las vivencias violentas que podríamos contar, y es que como madres en ese proceso (nuestro) no contamos, a muchas nos han robado el parto, la capacidad de decidir en un momento tan importante de nuestras vidas. El sistema de salud acostumbra a entorpecer su desarrollo normal, cuando el parto lo que necesita es tiempo, confianza y respeto hacia la madre y su bebé.

“Quisiera referirme a lo transcendental del nacimiento, y no es que sea o no en casa, lo relevante es que en el territorio que ocurra (hogar, hospital público o clínica) la parturienta pueda acceder a tener un nacimiento RESPETADO, dicho lo anterior, lo significativo aquí es que la experiencia de parto sea positiva, que la mujer pueda decidir hasta el último momento y que su equipo esté acorde a sus decisiones” afirma Dominique Vargas Riquelme matrona feminista, en su página de Instagram.
Y es que la capacidad de decidir a la hora de dar a luz se queda en la entrada de los hospitales, de ser protagonistas, pasamos a ser espectadoras de un parto donde son otras personas quienes toman las decisiones sobre nuestra cuerpa y nuestro parto. Las expectativas, nuestros deseos incluso nuestras necesidades no cuentan, molestan, y muchas ni nos las planteamos por miedo a como nos vaya a tratar el personal de salud.
Muchos partos son vividos de manera traumática, la violencia obstétrica es real en nuestros hospitales “Mi historia de parto fue dolorosa, recibí maltrato de parte del personal de salud del Hospital San Felipe, recuerdo que no querían atender partos por la noche, yo ingresé a las 11:00PM con contracciones, pero sin dilatar, y hasta el siguiente día me pusieron el suero, estuve 12 horas en labor de parto.”dijo Julissa.
El parto tradicional fue abandonado y menospreciando el saber de las mujeres, todo por un saber técnico-científico, que en muchas ocasiones es inexacto. Se terminó con derechos fundamentales, como el derecho a un parto respetado. La forma en que se nace dice mucho de una sociedad, y la nuestra se caracteriza por dar la espalda a la naturaleza.
El mundo es nuestra sala de lactancia
Así como nuestra cuerpa está preparada para gestar un bebé, también está preparada para parirlo y alimentarlo. Y aunque esto es irrefutable el sistema patriarcal y capitalista se ha encargado de poner en tela de juicio estás capacidades. Nos han hecho creer que no sabemos o no podemos, incluso cuando te asesoran en los centros hospitalarios te hablan de una manera grosera y te tratan mal, cuando los casos en los que no se puede amamantar por falta de producción de leche afecta a menos del 5% de las madres, según Carmen Vega médico de familia y consultora de lactancia (IBCLC).
Vivimos en una sociedad que constantemente pone obstáculos a la lactancia materna. La maternidad no sólo viene atravesada por desigualdades género sino también de clase y raza; por tanto, para algunas madres dar la teta es muy complicado; la frase “dar el pecho es lo mejor” sirve como instrumento para garantizar el derecho a la lactancia.
“Me parece que la lactancia es una forma de comunicarse entre la madre y el hije. Es difícil, porque tu cuerpo está siempre cansado y pendiente de las necesidades del bebé.” –Julissa.
Lastimosamente son pocas las mujeres que disfrutan de su lactancia, y esto a raíz de todos los prejuicios, señalamientos y las reglas que la sociedad te impone sobre cómo llevar tu lactancia “La sociedad debe dejar de sexualizar la lactancia materna. Pero yo di pecho en público y sin miedo a los prejuicios, como forma de protesta. Disfrute de mi lactancia en cualquier espacio.” Compartía Julissa.
Que cada mujer sea libre de decidir ser o no madre, que cada madre sea libre de decidir cómo llevar su maternidad, que cada mujer pueda gozar del derecho a tener un parto respetado.
Texto y fotos: Elizabeth Varela, Mov. Yo No Quiero Ser Violada.